Laín Díez: dos lecciones del 1° de mayo

CdL 05 / mayo 2018

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A pesar del relativamente abundante material existente sobre el 1° de mayo, en general se evita tratar con el núcleo de las motivaciones que le dieron origen –el rechazo al trabajo asalariado como fundamento de la sociedad capitalista–, y con la forma y contenido del combate actual de nuestra clase para autoemanciparse de su condición de explotada.

En tal sentido, y con el fin de, además, traer del pasado el vital aporte de compañerxs que han sido relegadxs al olvido por la imposibilidad de ser asimiladxs fácilmente con alguna capilla ideológica, difundimos estos extractos de Laín Díez, revolucionario nacido en el territorio dominado por el Estado $hileno, quien nutrió su experiencia personal y política durante la primera mitad del siglo XX en el terreno del anarquismo y, luego, de las corrientes comunistas radicales que se desarrollaron al margen del marxismo oficial y su aparataje, promoviendo una superación del dogmatismo dentro del movimiento obrero. Tales extractos fueron publicados en la revista Babel (los destacados son nuestrxs).

Una lección del 1° de Mayo

Revista Babel N° 50
Segundo trimestre de 1949

La clase obrera está dividida. Esta división le acarrea, daños inmensos que dificultan su emancipación. El peor enemigo no es el de afuera, que sobre los fragmentos de una masa incoherente, compuesta de grupos y partidos antagónicos, levanta su predominio de clase. El enemigo está dentro y conviene señalarlo con fuerza: es el sectarismo político, es el fanatismo de partido, es la intolerancia de la disciplina mecánica. Sin duda estos factores disidentes no surgen del seno de la propia clase obrera y son el resultado de influjos extraños, de la prepotencia de partidos que pretenden constituirse en vanguardia de la clase obrera y asumir su dirección. A estos factores se suman las ideologías y hábitos burgueses que las clases dirigentes de la sociedad imponen mediante su prensa, su cine, su radio, su deporte y sus escuelas. Todos estos influjos crean esa vaga, inerte y asfixiante atmósfera ideológica, sin contenido intelectual, que mantiene sumidas las conciencias en la penumbra de las mentiras interesadas y de las verdades a medias. La esclavitud de las masas es ante todo espiritual. ¿Cómo sacudir este yugo? Para eso no hay recetas. La propia clase obrera debe descubrir los medios de su auto-emancipación. No hay sustitutos para su presencia ni sucedáneos para su acción espontánea. Ni gobiernos, ni parlamentos, ni partidos políticos, ni universidades pueden señalar el camino que la clase obrera debe tomar. Sólo ella y con sus propios recursos, mediante la propia reflexión y el esfuerzo individual de cada uno de sus componentes, poseídos de una voluntad de transformación tenaz e inquebrantable, podrá dar cima a esa primera etapa de superación espiritual, condición previa sin cuyo cumplimiento la emancipación de los trabajadores no será jamás la obra de los trabajadores mismos y sólo será por lo mismo una emancipación ilusoria.

En un 1° de Mayo

Revista Babel N° 58
Segundo trimestre de 1951

Por otra ironía de la historia (…) la celebración del 1° de mayo ha venido a parar en un derroche de fácil y abundosa elocuencia tribunicia. Se cumple con el deber de honrar las figuras de los mártires con discursos repletos de información en que se recuerdan todas las incidencias de la bomba, del proceso, de la ejecución de la sentencia, sin olvidar la más mínima palabra que profirieron los sentenciados ni la consabida señora de alcurnia que se prendó in artículo mortis de uno de los reos en capilla. Pero no se dedica ni un solo minuto a un análisis retrospectivo ni a un examen de conciencia para establecer en qué medida, cómo y cuándo, nos hemos consagrado a la tarea que la generación de aquellos mártires tenía por delante, a la cual dedicaron sus desvelos y que les deparó la ignominia de la horca. No nos detenemos un solo instante a considerar si nos hemos consagrado al deber de acrecentar nuestra devoción por la causa en cuya defensa dieron ellos también la prueba suprema de abnegación: al deber de dar prendas solemnes de que aquellos muertos que lucharon por una sociedad sin clases, sin gobierno y sin amos tampoco han perecido en vano.

 


LAÍN DÍEZ KAISER (1895-1980). Ingeniero en minas. Desde su juventud difundió un enfoque no dogmático de la crítica social radical. Desde publicaciones como Babel, Mundo (hecha en México, en colaboración con G. Munis, Otto Rühle y otros exponentes del comunismo consejista) y El Libertario (órgano de la Federación Anarquista Internacional), defendió la colaboración entre “marxistas” y “anarquistas” propia de los tiempos de la Primera Internacional.