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Hace 50 años el mundo ardía por los cuatro costados. Lo que hoy nos venden como una mera revuelta cultural estudiantil era en realidad el Segundo asalto proletario contra la sociedad de clases.
Tal como de la oleada revolucionaria global iniciada en 1917 el Espectáculo aísla la revolución rusa presentándola como un evento singular, del proceso mundial que estalló en 1968 nos quieren hacer creer que se trató básicamente de una “revolución de las flores” hecha por hippies y estudiantes franceses. Lo que se cuidan bastante de no reconocer es que en movimiento de las ocupaciones en mayo/junio en Francia fue iniciado en las universidades pero se extendió a las fábricas y a la sociedad en su conjunto, en la mayor huelga general salvaje que se conozca, con 11 millones de trabajadrxs rebelándose contra el Estado/Capital y también muy fuertemente contra sus supuestas representaciones sindicales y partidistas.
Después de décadas de contra-revolución (Franco, Stalin, el New Deal, etc.), tras el aplastamiento del Primer asalto (primero entre 1917 y 1923, y luego definitivamente en 1936/7) el proletariado revolucionario volvía a asomar su cabeza cuestionando al reformismo y la supuesta división del mundo en dos bloques: el capitalismo democrático occidental, y el capitalismo burocrático del Este.
A la hegemonía absoluta del estalinismo y la socialdemocracia se le opuso el resurgimiento y actualización de las corrientes radicales que se creían muertas y enterradas: la revolución social de los consejos obreros, y el encuentro entre las expresiones no-dogmáticas del anarquismo y el marxismo, en busca de una síntesis superior, tal como la esbozaron la Internacional Situacionista y el Movimiento Ibérico de Liberación (entre otros).
Las luchas del proletariado negro y juvenil en EE.UU., las luchas de “liberación nacional” en el llamado Tercer Mundo, la rebelión contra el capitalismo de Estado y sus burguesías rojas en diversos países del “bloque socialista”, además de una serie de iniciativas de acción directa y resistencia armada en el corazón del Imperio (de Alemania a Japón), teñirán de rojo y negro el mundo, con Cordobazos y cordones industriales, Brigadas de la cólera, centros sociales ocupados y días de rabia, de Francia y México, Washington y Praga, a Chile y Japón, en un proceso cuyos puntos más álgidos se dieron a partir de 1968, y más o menos hasta 1977.
De ese proceso el capitalismo hasta ahora triunfante salió bastante reconfigurado, “neoliberal” y “posmodernizado”: unificando y concentrando todas las fases previas de su dominación. Y en ese mundo vivimos hoy.
A 100 años del primer asalto, y 50 del segundo, la única salida para la humanidad liberada es accionar el freno de emergencia y descarrilar el tren del progreso capitalista, antes de que sea demasiado tarde y termine de hundir al planeta en la catástrofe.