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Las comunidades humanas que existían desde tiempos inmemoriales en el extremo sur del continente fueron liquidadas prontamente por el Capital privado cuando éste llegó a la zona a fines del siglo XIX. Posteriormente el Estado (chileno y argentino) y la Iglesia se sumaron a ese proceso, logrando en pocas décadas extinguir casi completamente a selk´nam, kawesqar, haush y yaganes.
“Llegaron los carabineros, yo los vi, y les dijeron que nunca más hicieran su ceremonia o los iban a llevar presos. Ese fue el último chiajóus, el año 35. Era bonito, como una escuela, se respetaba mucho, y a lo mejor esa costumbre iba a seguir con nosotros, pero no nos dejaron hacerla más”
(Cristina, en El zarpe final. Memorias de los últimos fueguinos)
Los yaganes o yámanas, que vivían en la parte más austral de Tierra del Fuego, realizaban una de las más hermosas ceremonias de iniciación juvenil, el Chiajóus, en que se imitaba a los pájaros de la zona (el caiquén, el cormorán, el carancho y el challe, entre otros). Como testimonia un observador occidental de principios del siglo pasado: “cada juego de baile tiene su melodía propia… acompañado por el canto, se imita maravillosamente bien su vida, su comportamiento, su voz, su comer, su cortejar amoroso… no falta nada para lograr su perfección artística” (W. Koppers, 1924).
A mediados de la década de 1930 el brazo armado del Estado chileno prohibió esa ceremonia.